Ni de izquierda ni de derecha? El movimiento indígena y su posición ideológica.
Por Inti Cartuche Vacacela
Hace un par de meses cierto funcionario público indígena auspiciado
por el movimiento Pachakutik indicaba que “es hora de dejar las
ideologías un lado, hay que buscar la unidad no me importa si son de
derecha o de izquierda” decía en relación a las alianzas que
Pachakutik y el movimiento indígena debería hacer para enfrentar el
proceso electoral de 2017. Llega incluso a postular que “con el
principio fundamental de la plurinacionalidad, interculturalidad,
democracia, la libertad podamos converger diferentes actores
políticos, económicos, sociales […] el tema de la
plurinacionalidad, de la interculturalidad rebasa aquellos esquemas
tradicionales de pensar izquierda, centro, derecha”.
Este tipo de declaraciones y posturas políticas “más allá de la
izquierda y la derecha” que se repiten y sostienen con frecuencia
dentro del movimiento indígena bajo el argumento, incluso, de un
colonialismo, de un origen “occidental” de dicha distinción
política, contraponen una supuesta posición a-ideológica y a-
política de los pueblos indígenas a las posiciones históricas del
movimiento. En el fondo se mira un profundo desconocimiento del
recorrido histórico y político de dicho sujeto, sumado a la
influencia de, justamente ideologías posmodernas y neoliberales como
el multiculturalismo, que estuvieron en auge y tienen todavía
resonancia en ciertos segmentos del movimiento indígena.
De todas formas, el debate en torno a la distinción política del
movimiento indígena no es nuevo. Las diferentes organizaciones la
han sostenido, y se podría decir que de alguna forma se han sentado
ciertos postulados básicos sobre el tema desde las propias
organizaciones. Y sobre todo desde las experiencias concretas de vida
de los pueblos indígenas, que, como bien se sabe, han sido sometidas
a la dominación colonial europea, y a la explotación capitalista
moderna en la época actual.
Estas experiencias de dominación y explotación colonial y
capitalista moderna a las que hemos estado sometidos los pueblos
indígenas a lo largo de la historia han llevado a nuestras
organizaciones a tomar una posición política ideológica con
respecto a esa realidad, optar por la lucha contra ese modelo de vida
que oprime a los pueblos y la naturaleza para sostener la acumulación
infinita de valor capitalista.
Bolívar Echeverría sostenía en uno de sus ensayos que
…el ser de izquierda debería
definirse a partir de esta actitud de resistencia y rebeldía frente
al hecho de la enajenación, de la perdida de sujetidad en el
individuo y en la comunidad humana y del sometimiento idolátrico a
la misma […] En el origen y en la base del ser de izquierda se
encuentra esa actitud ética de resistencia y rebeldía frente al
modo capitalista de vida civilizada (2006: 262).
En otras palabras, ser de izquierda se define en torno a la lucha
contra ese modelo de vida que se apropia del trabajo humano y de la
naturaleza con la única finalidad de acumular valor, contra un
sistema que despoja la soberanía para decidir, autodeterminar los
destinos individuales y colectivos de nuestras sociedades para en su
lugar colocar los ideales, los objetivos afines a la acumulación
capitalista, la competencia salvaje, el individualismo, la
explotación de la naturaleza y el ser humano y el consumismo de las
mercancías capitalistas.
Si miramos la experiencia histórica de las luchas de los pueblos
indígenas a lo largo de América Latina, primero contra el despojo
colonialista de territorios, y sometimiento de nuestras poblaciones a
los conquistadores, y luego contra los estados nacionales y el
capitalismo moderno que continúan despojando territorios, ya sea
como hacienda o como campos petroleros, mineros, explotando el
trabajo de campesinos indígenas, nos daremos cuenta que nuestra
opción política ideológica no puede estar en otro lado que no sea
la izquierda.
Pero la postura política de las organizaciones indígenas no sólo
nace de una voluntad individual o colectiva de serlo, sino, como
dijimos de las experiencias concretas de lucha lo largo de la
historia. En este sentido es necesario mantener la memoria de lucha y
organización para que sirva como guía de acción en el presente y
futuro. Hay que recordar que la Ecuarunari, la mayor organización
indígena de la sierra ecuatoriana, en la década de los setentas
nació en medio de la influencia y del trabajo conjunto con
organizaciones de izquierda, tales como sindicatos, grupos cristianos
de base junto a la propia experiencia de lucha de las comunidades.
Para esa época ya se planteó un duro debate acerca de si las
organizaciones indígenas están o no en la izquierda, o si sus
luchas pueden incluirse en ese espectro político. De estas
discusiones salió la famosa afirmación de “ver con los dos ojos,
como pobres, y como indios”, es decir, asumiendo que las
condiciones de vida de explotación campesina indígena tanto en el
campo como en la ciudad, tenían una base estructural socio-
económica que producía pobreza y exclusión a los indígenas.
Pero al mismo tiempo, las reflexiones sobre el proceso específico de
la conquista y el colonialismo sufrido por los pueblos de Abya Yala
llevaron a la conclusión de que había que tomar en cuenta la
dimensión étnica - identitaria del problema indígena que se
entretejía, y sigue aún en la actualidad, con la estructura
económica de los estado nacionales. El llamado “problema indígena”
para la CONAIE, definido en su proyecto político no es de esta forma
una cuestión sólo de índole cultural, sino fundamentalmente
político económico, sobre la cual se liga la dimensión
identitaria,
[…] el “problema del
indio”, no es únicamente un problema pedagógico, eclesiástico o
administrativo como señalan los sectores dominantes, sino que
fundamentalmente es un problema económico-político estructural, y
por lo mismo un problema nacional… (1994: 7).
En ese sentido, las poblaciones indígenas hemos sido y en la mayoría
de los casos seguimos sufriendo una doble opresión, como explotados,
lo cual nos une a otros sectores de población afro y mestiza. Como
indígenas una dominación cultural sustentada en la hegemonía
económica de las clases burguesas del país y de latinoamérica.
Grupos sociales enteros oprimidos, reprimidos, jerarquizados y muchas
veces exterminados bajo la estructura del poder estatal moderno
capitalista.
La lucha indígena ha tenido y tiene, entonces, que enfrentar el
carácter estructuralmente oligárquico y estructuralmente racista de
los estados nacionales (Echeverría: 268), entiendo que esas luchas
no pueden darse por separado en tanto la explotación y el racismo en
latinoamérica se han desarrollado históricamente de la mano,
colocando en el orden mando-obediencia a las clases burguesas –
blanco mestizas por un lado y a los pueblos indígenas, mestizos y
afros en el otro. Por tanto, mirando la experiencia histórica de
lucha de los pueblos indígenas contra la explotación y el racismo,
es muy difícil pensar en una especie de paz entre dominados y
dominadores, donde no cabrían ideologías ni posturas políticas
como pretenden ciertos dirigentes y líderes indígenas actuales.
Uno de los argumentos que muchas veces se señalan para sostener que
los pueblos indígenas “no somos de izquierda ni de derecha” es
que no habríamos sido parte del desarrollo histórico del occidente
capitalista moderno, es decir que nuestros pueblos han cruzado la
historia sin ser tocados por Europa. Retomando a Eric Wolf, podemos
decir que es imposible pensar el desarrollo histórico de los pueblos
indígenas de forma aislada a la historia del occidente capitalista
moderno, como si nuestras historias no estuvieran entrecruzadas.
…mientras más etnohistoria
sabemos, más claramente emergen ‘su’ historia y ‘nuestra’
historia como parte de la misma historia. Así pues no puede haber
‘historia negra’ aparte de la ‘historia blanca’, sino
solamente un componente de una historia común, suprimido u omitido
en los estudios convencionales por razones económicas, políticas o
ideológicas (1987: 34).
Añadimos, no hay desarrollo histórico indígena aparte del
desarrollo histórico del capitalismo moderno, el desarrollo de este
último se sustentó sobre el despojo de los pueblos indígenas como
bien es sabido. Por tanto, la experiencia concreta de nuestros
pueblos nos indica que las mismas estructuras de explotación y
racismo en América Latina unen a los dominadores y dominados en una
lucha histórica, los unos, ubicados a la derecha, por conservar sus
privilegios de clase y etnia, los otros, los pueblos indígenas y
sectores populares, por emanciparse de ellas, ubicados por tanto a la
izquierda, desde el momento mismo de la conquista.
Sobre estas bases el proyecto político de la plurinacionalidad no
puede ser entendido como un lugar vacío donde convergen alegremente
dominadores y dominados sin más. La plurinacionalidad es una
[…] opción frontal contra
el sistema económico, político e ideológico capitalista
hegemónico, represivo y esclavizante […] que impide la
autodeterminación y la independencia económica y política de los
Pueblos y Nacionalidades Indígenas, y de los demás sectores
sociales del Ecuador (CONAIE, 1994: 7).
Y por tanto, mal podemos pensar que los sectores dominantes de
nuestros países hagan suyo el proyecto de la plurinacionalidad
cuando este, en su dimensión más subversiva, atenta contra sus
intereses económicos, contra la estructura estatal uninacional y
capitalista y contra la hegemonía cultural que privilegia sus
prácticas sociales y culturales en desmedro de la de los sectores
populares incluidos los indígenas y afros.
La plurinacionalidad y la interculturalidad deben ser entendidos por
las organizaciones indígenas y por la sociedad en general como una
alternativa a la destrucción del ser humano y la naturaleza en las
fauces de la producción capitalista. Una alternativa nacida, no en
las urbanizaciones privadas de las élites y oligarquías, ni en los
salones de lujo de las grandes empresas capitalistas, sino en las
luchas diarias de las comunidades campesinas indígenas, en los
mercados populares, en los barrios empobrecidos y llenos de migrantes
indígenas en las grandes ciudades de latinoamérica. Es un proyecto
de resistencia y rebeldía al dominio explotador, y por tanto es un
proyecto de izquierda.
Sustentar lo contrario, sería hacernos eco de posturas ideológicas
(como falsa conciencia) que promueven un mundo post ideológico y
post político donde no tendría ya cabida las luchas y los
conflictos entre grupos antagónicos de la sociedad (Mouffe, 2007), y
que en su lugar nos pintan con cinismo un mundo feliz con la
destrucción diaria de la naturaleza, de pueblos y seres humanos a
manos del capital.
De ahí que en el actual proceso de elecciones que se acercan en el
Ecuador, el movimiento indígena debe tener clara su posición
política frente a la realidad, y a las alianzas políticas con otros
sectores de la sociedad, para desde allí poder construir una
estrategia coherente con su historia y objetivos. Hay que ser claros,
esa historia y el proyecto político indígena impiden aliarse con
quienes han sido y son los representantes políticos de las clases
privilegiadas de este país (sea en versión oligárquica, nueva
burguesía, o militares). Al contrario, la historia indica que los
aliados naturales del movimiento indígena esta en otras partes, como
decían los zapatistas, abajo y a la izquierda, es decir con los
sectores empobrecidos, con las mujeres populares, los ecologistas, y
todo sector que de una u otra forma hagan frente a la injusticia del
capitalismo moderno.
Una última cuestión. Llegar al poder del estado entendido como un
fin en si mismo, sin un proyecto claro de los objetivos de tal
acción, lo único que puede provocar es que dicha maquinaria, a lo
mucho nos permita darle unos toques de barniz para que no parezca tan
terrible. El movimiento indígena no lucha por tener el poder por el
poder en sí, sino para construir un nuevo poder, lo cual implica,
como se sabe, la transformación del estado moderno capitalista en un
“estado” plurinacional, una nueva organización política que
este libre de explotadores y explotados, de dominadores y dominados,
donde las personas y las colectividades humanas podamos
autodeterminar nuestro destino libremente, por fuera de las
coerciones del capital.
Referencias bibliográficas
CONAIE (1994). Proyecto político de la CONAIE. Quito: Tinku.
Echeverría, Bolívar (2006). “¿Ser de izquierda, hoy?”. En
Vuelta de Siglo: 261-270 pp. México DF: Ediciones Era.
Mouffe, Chantal (2007). En torno a lo político. México DF:
FCE.
Wolf, Eric (1987). Europa y la gente sin historia. México DF:
FCE.
Artículo escrito inicialmente para Revista Digital AMAWTAY No 7, enero- abril 2016. Quito - Ecuador.
Un articulo muy interesante para clarificarnos. El movimiento indígena y los pueblos originarios siempre hemos estado en la resistencia frente al capitalismo. Muy de acuerdo en el análisis que El proyecto político de la CONAIE no solo es electorero, va más allá del momen to coyuntural.
ResponderBorrar