Catalunya: Autodeterminación para los de abajo

“El límite de la emancipación política se muestra, enseguida, en el hecho de que el
Estado se puede liberar de un límite, sin que el hombre se libere realmente;
el Estado puede ser un Estado libre, sin que el hombre sea un hombre libre”
Marx, La cuestión judía

Cataluyna, una región del noreste de España acaba de llevar a cabo su referendo por la independencia de su pueblo respecto del Estado español. Desde varios lugares del mundo dicho evento ha sido seguido por los medios de comunicación. Escenas de violencia por parte de los cuerpos policiales se han reproducido en las redes. Varios pronunciamientos de figuras políticas de Europa han condenado la violencia policial dirigida desde Madrid. De todas formas, el pueblo catalán ha acudido a votar, aunque no sabemos a ciencia cierta en que proporciones y cuantos a favor y en contra de la independencia. Mas allá de todos estos sucesos que circulan en la superficie y de los análisis políticos de los entendidos quiero hacer algunas reflexiones en torno a la independencia del pueblo catalán centrándome en el tema de la autodeterminación como horizonte social.

Autodeterminación ha sido ligada a los procesos políticos en donde un pueblo decide si quiere o no pertenecer a un Estado-nación. La mayoría de veces se entiende desde una visión jurídica y legalista, es decir desde la posibilidad de reconocimiento legal a una apuesta política. Pero también se olvida o se deja de lado la dimensión política de la autodeterminación de un pueblo. Y no me refiero al marco estatal o de nación con el que se relaciona, sino más bien a la posibilidad de un pueblo de determinar sus caminos de vida social, es decir a la profunda dimensión de lo político que implica la autodeterminación.

Lo político es para muchos filósofos lo que realmente constituye al ser humano colectivo. Lo político se refiere no solamente a las instituciones estatales a las que relacionamos cuando escuchamos hablar de lo político o de la política. Lo político se refiere sobre todo a la capacidad colectiva de una comunidad, pueblo o nación de dar forma y rumbo a un proyecto de sociedad. Lo político es la capacidad de ser sujetos históricos plenos, esto quiere decir, de ser capaces de dar continuidad histórica soberana a un proyecto de vida desde nuestras propios deseos, capacidades, necesidades y medios. Por tanto está demás decir que la autodeterminación es un proceso o un proyecto que permite e implica asumir y ejercer esa capacidad de lo político que se encuentra en la base de la vida social humana.

Sin embargo, esa capacidad de ser sujetos históricos y políticos plenos en las sociedades actuales es capturada en primera instancia por los estados. Esta institución moderna fundada sobre el monopolio de la violencia legitima como decía Weber, de los recursos simbólicos de la sociedad, ha monopolizado generalmente lo político en sus marcos y leyes. Los estados modernos necesitan monopolizar las decisiones fundamentales sobre los asuntos comunes de una sociedad, y además como indican algunos estudiosos del tema, los estados modernos se han construido históricamente como una forma social “en contra de” otras formas de organizar la vida política de los pueblos. Los estados modernos establecen qué y hasta dónde se entiende por ejemplo la autodeterminación como acto político de un pueblo o una sociedad concreta. Los estados generan toda una serie de mecanismos legales y sociales que estructuran la convivencia social y asignan un horizonte para el acto político, en el límite disponen de la violencia legitima para hacer cumplir ese horizonte impuesto. No es posible entonces ejercer de forma plena esa capacidad de autodeterminación de la vida social por fuera de los estados modernos sin recibir algún tipo de coerción estatal.

La politicidad fundamental como llamaría Bolivar Echeverría a esa capacidad de dar forma a la socialidad de un sujeto colectivo o de un pueblo queda reducida desde el marco liberal a la democracia representativa y el voto en la urnas, o a un sinnúmero de derechos de ciudadanía. Pero como muestra el actual proceso catalán y de muchos otros pueblos en el mundo, cuando se trata de decidir o asumir la capacidad autodeterminativa de un pueblo, aunque sea para volver a ser capturados por otro estado, la violencia es la respuesta.

Pero al mismo tiempo, y en una dimensión poco cuestionada en los procesos de independencia y autodeterminación de los pueblos y naciones subyugados a estados neocoloniales, la autodeterminación no es discutida en términos de liberación de las manos del capitalismo como modo de reproducción de la vida social en el mundo actual. El capital es una relación social que logra capturar y conformar la vida social de millones de personas y pueblos enteros en el mundo. El capitalismo como bien es sabido no es solamente un sistema económico o una forma de intercambio de valores económicos, sino una forma de relación social como indicó Marx hace mucho tiempo. Y esta forma de relación social se fundamenta desde un punto de vista político, o de lo político, en un proyecto de negación de la capacidad política de los sujetos colectivos de determinar su propia senda de desarrollo histórico, sean pueblos, naciones o comunidades.  Las relaciones capitalista subordinan a sus objetivos, la ganancia y la acumulación, la reproducción social de los pueblos. Esto es, las diferentes maneras de reproducir la vida social en el mundo actual logran realizarse a expensas de hacerlo para el capital. Por eso el capital en el mundo actual es el real sujeto político. Es la relación social del capital la que desde el fondo de las sociedades mismas indica cómo y hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos de los individuos y sociedades en su afán de reproducir la vida. No son los pueblos y las personas las que pueden determinar totalmente la vida en sus diferentes dimensiones. Cada vez más las diferentes dimensiones de la vida de las personas y las sociedades quedan acorraladas en los marcos objetivos (las leyes, las instituciones, las relaciones de intercambio mercantil capitalista) y subjetivos (las formas de percibir la vida misma, del ser humano y de su lugar en el mundo) que impone el capitalismo. Son cada vez más los espacios que son capturados por el capital, desde el nacimiento hasta la muerte de las personas, pasando por las formas de ocio, de diversión y la religión.

En ese panorama, la autodeterminación de los pueblos y las personas no se posible, o al menos no en un cien por ciento. De ahí que pensar en la autodeterminación plena de las sociedades y las personas implique desde mi punto de vista la liberación de las relaciones capitalistas por medio de su superación. Si pensamos la autodeterminación como la puesta en marcha de las capacidades colectivas de dar forma a nuestra propia historia entonces es necesario superar el capitalismo. Hace más de un siglo Marx reflexionaba sobre la situación judía cuestionando los límites de una liberación política sin una liberación social, es decir de las relaciones capitalistas. Esas reflexiones tienen una actualidad gigante para volver a pensar la autodeterminación de los pueblos. Sin transformación de las relaciones sociales capitalistas que nos niegan y atrapan en una historia que no es propiamente nuestra, la de la acumulación y la explotación, no es posible la liberación total de los pueblos. La autodeterminación entendida como conformación de un Estado – nación propio no es totalmente suficiente (aunque pueda ser a veces necesario) para la autodeterminación de las sociedades del monopolio mayor que es el capitalismo. Por tanto es necesario no perder de vista este asunto en los procesos legítimos de los pueblos subyugados políticamente dentro de Estados pretendidamente uninacionales.

Entonces tiene sentido lo que demandaban los migrantes africanos en Catalunya:

“Nos gustaría que esta posible nueva república además de desconectarse legal y jurídicamente de España, también se desconecte de su espíritu y mentalidad colonialista y racista. Que lo que se construya sea desde abajo para cambiar su orden legal, social y político, por otro más justo, humano e incluyente, porque en una Cataluña construida desde arriba, con los mismos de siempre poco cambiará para todas nosotras, los pobres, los relegados de siempre, los de abajo” (Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Catalunya)[1].




[1] El comunidado completo se puede leer en: https://traslamanta.wordpress.com/2017/09/29/miradas-migrantes-sobre-el-derecho-a-decidir/amp/

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