Sumak Kawsay y Buen vivir ¿estamos hablando de lo mismo?


Inti Cartuche Vacacela

En este ensayo queremos explorar lo que implica el Sumak Kawsay, noción, proyecto político surgido al calor de la movilización contra el neoliberalismo en el Ecuador. Proyecto político que ha servido para abrir una discusión sobre los límites del capitalismo con respecto a la naturaleza y a la modernidad misma como forma de civilización. La problemática ecológica y la modernidad han sido debatidos desde diferentes sectores de izquierda, aunque también han sido relegadas suponiendo que el solo cambio en las relaciones de producción son suficientes para superar la crisis ambiental. Desde otros sectores se ha señalado el límite de esta afirmación toda vez que el capitalismo actual ha alcanzado niveles planetarios, y también niveles de civilización profundos. Esto significa que el problema ya no es solamente las relaciones económicas, aunque son fundamentales, sino que involucra también la subjetividad humana, la relación del hombre moderno con la naturaleza. Aquí es donde se ancla la propuesta del Sumak Kawsay, no como solución definitiva, sino como camino posible a ser profundizado.

Por otro lado, el surgimiento de los gobiernos progresistas en la región han hecho suya la noción, o la palabra Sumak Kawsay, lo han traducido como Buen vivir, vivir bien, etc. y han llegado a formar parte de los discursos y los planes de gobierno. Sin embargo, han marcado diferencias sobre lo que significa para los movimientos indígenas y lo que ha llegado a ser para los gobiernos progresistas. Queremos abordar brevemente esas diferencias y/o coincidencias tomando como caso el Ecuador. Para este fin nos apoyaremos en los documentos oficiales que han producido los estados y gobiernos. Al mismo tiempo nos apoyaremos  en materiales construidos desde los movimientos indígenas para ir mirando coincidencias y diferencias.
Finalizaremos con una breve reflexión sobre los alcances y los límites de estas nuevas propuestas en relación a la crisis civilizatoria actual.

La crisis civilizatoria del capitalismo[1]
Lander (2013) caracteriza la actual crisis mundial como una que tiene diversas dimensiones. Ya no se trataría solamente de una crisis de tipo económico financiero, típica de los ciclos del capitalismo. Para este autor las dimensiones de la crisis actual tienen también que ver con el medio ambiente, con la cuestión de género y el tema étnico – cultural. A esto, desde Lao-Montes (s/f) se sumaría una crisis de la modernidad misma, expresada en las crisis de la democracia y del estado moderno, catalogándola como crisis de la civilización occidental capitalista[2].
La dimensión ambiental se refleja en los cada vez más altos índices de contaminación de las fuentes de agua, del aire, de la erosión del suelo. Esto sumado al calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero ha producido una crisis de la naturaleza que ponen en peligro la sobrevivencia de toda la vida del planeta. Los datos numéricos, tasas y otras fuentes de evidencia de esta crisis son por demás conocidas. Las consecuencias de la crisis ambiental no la padecen los minoritarios grupos ricos y acomodados del planeta, sino las grandes poblaciones pobres del mundo, las poblaciones indígenas afectadas por el extractivismo capitalista, los pobladores de las grandes ciudades de A.L., la población campesina sin tierra, etc.(Lander, 2013).
La crisis ambiental indica los límites físicos del planeta en contraposición al avance del capitalismo, cada vez más necesitado de recursos no renovables, de materia primas, de recursos biológicos, etc. Y sobre todo, un sistema económico que sigue creciendo continuamente, no referimos al crecimiento económico como la solución planteada por los organismos  e instituciones mundiales a la crisis ambiental. Paradójicamente, el crecimiento económico que en buen porcentaje ha provocado la crisis ambiental se plantea como la solución a esa misma crisis.
Por otro lado, pero enlazado a la crisis ambiental también nos presentamos a una profundización de las desigualdades sociales, al crecimiento de la pobreza, y la concentración de la riqueza cada vez en menos manos, donde la crisis económica de los últimos años agudizó aun mas la brecha de desigualdad social en el mundo (Lander, 2013). Sin embargo, hay que señalar retomando a Lao-Montes (2012) que la actual crisis global del capitalismo no solamente es producto de una crisis económica-financiero sino que también esta es producto de conflictos políticos de las grandes potencias del mundo.
Estas desigualdades sociales se expresan en todos los ámbitos de la sociedad[3], y no solamente en los países “sub-desarrollados”, las últimas crisis en Europa han llevado también a la quiebra a una parte de la población europea y estadounidense.
Bajo este contexto de crisis civilizatoria del patrón de poder moderno colonial capitalista y patriarcal (Lao-Montes) muy brevemente descrito aquí, la población que sufre día a día las consecuencias de este patrón se moviliza, plantea  propuestas y construye redes de organizaciones, bajo el horizonte de  la superación del capitalismo actual.
Pero, ¿por qué el momento actual se presenta como un momento potencial de transformación? Según Lao-Montes (s/f) la crisis es un momento de mucho riesgo, y sufrimientos, violencia y calamidad para la humanidad, pero al mismo tiempo son momentos en donde es posible el surgimiento de nuevos modos de vida, de emergencia de nuevas propuestas emancipadoras. A esto agregaríamos que, no solamente se trata del aparecimiento de “nuevas propuestas”, sino que también son momentos propicios para retomar y revisar propuestas emancipadoras ya construidas en el pasado, tanto dentro de la modernidad como por fuera de ella, pero que se actualizan en el presente.

El Buen Vivir del gobierno de  Ecuador
En este contexto de crisis global de los últimos años, producto de la fuerte movilización social contra el neoliberalismo en algunos países se impusieron gobiernos auto-denominados progresistas. El caso de Ecuador y Bolivia son ejemplo de este proceso. Analizaremos brevemente la concepción de buen vivir  en el Ecuador a partir de algunos textos producidos por Senplades a propósito del tema.
El buen vivir según Larrea (2010: 21) es un cambio radical hacia “una nueva visión en la que el centro del desarrollo   es el ser humano y el objetivo final  es el alcanzar el sumak kawsay”. Se trata entonces de abandonar el viejo esquema de desarrollo moderno economicista hacia un nuevo paradigma: el buen vivir. Esta nueva visión implicaría en palabras de esta misma autora: “mejorar la calidad de vida de la población, desarrollar sus capacidades,  y potencialidades; contar con un sistema económico que promueva la igualdad a través  de la redistribución social y territorial de los beneficios del desarrollo[4] (2010: 21. Énfasis mío). Al mismo tiempo señala que la economía social, contraria a la economía de mercado es la adecuada para superar las desigualdades sociales, por tanto también sería un pilar más del buen vivir.
A nivel político, el buen vivir estaría sustentado en la plurinacionalidad del Estado. Esto es “reconocer las autoridades de los pueblos y nacionalidades elegidas de acuerdo a sus usos y costumbres, dentro del Estado unitario, en igualdad de condiciones con los demás sectores de la sociedad” (Larrea, 2010: 25). Por tanto se trataría de valorar y  reconocer las distintas formas de gobierno y democracia de los pueblos y nacionalidades del Ecuador. Al mismo tiempo se invoca a la interculturalidad como el otro en ese proceso hacia el buen vivir. La interculturalidad se entiende como convivencia entre los diversos, donde cada pueblo pueda aportar sus epistemologías, sus formas organizativas, sus formas económicas sociales, etc.
El otro punto a señalar es la relación entre buen vivir y derechos de la naturaleza. La naturaleza por primera vez se hace acreedora de derechos. Según Larrea, de esta forma se pasaría así de una concepción de recursos a una de sujeto de derechos.
Por otro lado Ramírez (2010: 61) define el buen vivir como:

“…la satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y muerte dignas, el amar y ser amado, y el florecimien­to saludable de todos, en paz y armonía con la naturaleza, para la prolongación de las cul­turas humanas y de la biodiversidad(Ramírez, 2010: 61).

Para los dos autores dentro del concepto de buen vivir es central la concepción de la naturaleza, por eso aparece ahora como sujeto de derechos. Al mismo tiempo esto tiene que ver con la concepción biocéntrica que asume el buen vivir, es decir, el paso de una visión del mundo centrado en el ser humano hacia una donde la vida es el centro de todo. Por esa razón, para Ramírez (2010) la nueva constitución del Ecuador no se trata solamente de un nuevo pacto social entre individuos y colectivos, sino también entre los seres humanos y la naturaleza.

Sumak Kawsay: propuesta de los movimientos populares e indígenas
Por su parte los movimientos indígenas también tienen su propuesta de Sumak Kawsay, basada en la memoria histórica de lucha, de reflexión acerca de la relación de la sociedad con la naturaleza.
Según algunos intelectuales indígenas el Sumak Kawsay se refiere a “la vida en plenitud. La vida en excelencia material y espiritual. La magnificencia y lo sublime se expresa en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad” (Macas, 2010: 5). Bajo esta definición el Sumak Kawsay se construye alrededor de la noción de ayllu, de la comunidad, entendida esta no solamente como la vida colectiva humana sino además en relación armónica con la naturaleza y con lo sagrado. El Sumak Kawsay se fundamente entonces no en la noción del individuo moderno liberal, ontologicamente "solo", sino en la de la comunidad donde el individuo puede llegar a transformarse en ser social como indicaba Marx. El Sumak Kawsay se funda en otro sujeto político, que no en el individuo aislado que entra en contacto con otros solo por medio del intercambio mercantil capitalista, sino en la construcción continua de lo común.
Pero al mismo tiempo, la noción de Sumak Kawsay lejos de convertirse en un discurso de tinte místico, es un profundo cuestionamiento a la idea misma de desarrollo, como ya señalamos arriba. Para las organizaciones indígenas y sus voceros el Sumak Kawsay no puede ser entendido por fuera de la plurinacionalidad, y la transformación del estado y del capitalismo. En este sentido Luis Macas afirma rotundamente que:

“No es posible la convivencia del Sumak Kawsay y el sistema actual, no puede ser un sistema de este Estado, hay que pensar fundamentalmente en el cambio de estructuras de este Estado y construir uno nuevo, pero hecho con nuestras manos, con las manos de todos y todas” (Macas, 2010).

Sentenciando así la imposible compatibilidad entre el capitalismo, el estado uninacional colonial y el Suma Kawsay. En este punto se puede mirar ya una diferencia entre el discurso desde los movimientos indígenas y el llamado buen vivir del gobierno, ya que la propuesta de buen vivir no necesariamente está anclada bajo el horizonte de la construcción de un estado plurinacional en los términos propuestos por los movimientos populares durante los últimos 20 años[5].
En el mismo sentido, para Floresmilo Simbaña el Sumak Kawsay desde los pueblos no es una retórica neo-mística, moral. Es ante todo un proyecto político-histórico retomado y formulado  de esa forma en la lucha contra el neoliberalismo de la década anterior, a partir de la memoria histórica de los pueblos indígenas. En este sentido afirma que:

“Durante los años de ajuste estructural, la resistencia anti neoliberal se concentra en la lucha contra los tratados de libre comercio. La movilización cuestiona el discurso neoliberal que se presenta como una respuesta definitiva a la crisis permanente de Latinoamérica mediante la entrada incondicional al mercado mundial y la globalización […]Este discurso es el que el movimiento indígena y campesino tuvo que denunciar y combatir y alrededor del cual desplegó sus propuestas alternativas; elementos para un modelo de economía opuesto a la ofrecida por el neoliberalismo […]En esta necesidad de nuevas respuestas es que el concepto que subyacía en la memoria y en el espíritu de los pueblos indígenas se transforma en proyecto político: hablamos del Sumak Kawsay” (Simbaña, 2011: 3).

El Sumak Kawsay, proyecto político, desde los pueblos indígenas hace hincapié así tanto desde la practica como en su discurso la imposibilidad de engranarlo al capitalismo.
El otro punto donde se puede observar diferencias es en el referido a la supuesta superación del desarrollo “occidental”. El Sumak Kawsay concebido desde los movimientos indígenas no se relaciona con el desarrollo, ni con el crecimiento económico, mucho menos con el extractivismo. No se trata de “redistribuir los beneficios del desarrollo”, lo cual implicaría que no es necesario la transformación de las estructuras de dominación y explotación, lo cual a su vez significaría una contradicción con los principios del sumak kawsay.
Simbaña (2011:3) señala un punto importante dentro de la concepción del Sumak Kawsay:

“El Sumak Kawsay, como sistema, del brazo de los derechos de la naturaleza exige una reorganización y nuevos enfoques en el modelo político-económico, lo que transforma a su vez no sólo a la sociedad, sino, y sobre todo, al Estado. No se puede pensar en sostener, o lo que es peor expandir, la explotación petrolera, minera y de otros bienes naturales bajo la promesa de una redistribución y una mayor participación estatal y no darse cuenta de que con ello se sigue debilitando la economía social de los pueblos”.

Aquí señala claramente una ruptura. Si bien el discurso planteado por funcionarios y  académicos ligados a Senplades parece ir en el sentido de una “alternativa” al desarrollo, en la teoría parece ser que no pueden escapar ligar la concepción de desarrollo con la del Buen vivir. Este último termina siendo, incluso en la teoría una nueva forma de darle vida al desarrollo, el Buen vivir planteado desde el gobierno parece limitarse a la “redistribución de los beneficios del desarrollo” (Larrea, 2010).  Para Luis Macas (2011: 52)  la diferencia se muestra de esta forma:

“[…] apreciamos que no es exacto el significado del Sumak Kawsay. Es decir, no corresponden al Buen Vivir, ya que Buen Vivir en la lengua original kichwa significa Alli Kawsay, que hace relación a lo bueno, a lo deseable, a la conformidad. Por lo tanto, Alli Kawsay no guarda el mismo significado que el Sumak Kawsay. En el pensamiento kichwa, los dos conceptos tienen significados distintos, se trata de dos valores y sentidos diferentes. Mientras el Sumak Kawsay es una institución, una vivencia que se desarrolla en las entrañas del sistema de vida comunitario y es aplicable solo en este sistema, el concepto del Buen Vivir se procesa desde la visión occidental, que tiene correspondencia con el pensamiento, el sistema vigente y se inscribe en este modelo, que significa maquillar o mejorar este sistema. Por lo que, consideramos que el Sumak Kawsay y el Buen Vivir son dos concepciones totalmente contrapuestas”.

Nuevamente el acento que pone Macas está en que el Sumak Kawsay como se entiende desde los pueblos indígena y sus organizaciones tiene estrecha relación, no solamente con una concepción holística en relación a la naturaleza, a la comunidad, sino que sobre todo con una idea de transformación de la sociedad actual, del estado y del modelo capitalista de producción. Por la tal razón y como bien señala Simbaña el Sumak Kawsay no se puede entender sin la plurinacionalidad, y sin un horizonte que apunte al cambio del modelo de producción actual. En el mismo sentido, pero desde las vertientes de izquierda marxista se ha criticado también el discurso del buen vivir del gobierno en el sentido que se trataría de una retorica moralista y ética anclada solamente a la consecución de derechos ciudadanos pero sobre las mismas bases estructurales del capitalismo, por tanto el buen vivir de la constitución y del gobierno se trataría solamente de un discurso socialdemócrata sin  ningún horizonte de superación del capitalismo (Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador,  en Cortez, 2012).
Yendo ya a la práctica, la distancia entre la concepción del Buen vivir del gobierno y el Sumak Kawsay de los movimientos indígenas y populares se hace mas visible cuando miramos las políticas extractivistas sobre el petróleo, la minería, muy contrarias a las declaraciones de los derechos de la naturaleza escritos en la constitución, la criminalización de lideres sociales críticos al gobierno. Al mismo tiempo la no concreción de la plurinacionalidad en política efectivas que permitan la “reconstrucción y autodeterminación” (Luis Macas) de los pueblos indígenas como se entendería la plurinacionalidad desde los movimientos indígenas, pilar fundamental de la consecución del Sumak Kawsay[6].

Cierre
En estas líneas hemos querido mirar las diferencias que se van construyendo tanto en la teoría como en la práctica sobre los conceptos de buen vivir slogan del gobierno ecuatoriano y el Sumak Kawsay de los movimientos indígenas y populares del país.
A pesar de que la emergencia del concepto buen vivir unido al de Sumak Kawsay han significado un cuestionamiento a algunas formas modernas del capitalismo occidental, sean estas en relación al estado-nación[7], el desarrollo, la colonialidad, la concepción moderna de la relación entre ser humano y naturaleza, entre otras, en la actualidad van marcando distancias profundas entre el buen vivir y el Sumak Kawsay.
Mientras el buen vivir pone su acento en la consecución de derechos ciudadanos, el Sumak Kawsay está unido estrechamente a la plurinacionalidad, y desde ahí apunta sobre todo a una transformación de la estructuras capitalistas de la economía, el estado-nación, la autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, hay que señalar que tanto el buen vivir como el Sumak Kawsay tienen algunas coincidencia, a nivel de discurso, los dos ponen su acento en la relación armónica con la naturaleza, en la superación de la colonialidad. Pero las mayores diferencias se producen en torno a la plurinacionalidad. El buen vivir, más allá de la retorica de reconocimiento de los pueblos indígenas, no apunta en la práctica a una transformación real del estado-nación. De igual forma, la retorica de la relación armónica con la naturaleza, el respeto de los derechos de los pueblos indígenas no se cumplen en la realidad.
Por otro lado, la importancia de mirar los discursos de un lado y otro radica en la importancia del discurso como generador de prácticas y políticas sociales, en la conformación de determinados sujetos y visiones del mundo. Se trataría entonces de una disputa de los sentidos del buen vivir – Sumak Kawsay sobre lo que es el mundo, el conocimiento y el ser, es decir se trata de una lucha política por definir el rumbo del proceso de transformación. No sin razón las continuas confrontaciones entre el movimiento indígena y el gobierno de Correa. No se trataría, como indica Simbaña, por una pugna de cuotas políticas o resentimientos, sino por el contrario la disputa es sobre el terreno de los horizontes de transformación del sistema actual.
En este punto son útiles los planteamientos de Stolowicz acerca del pos neoliberalismo. Para esta autora esta nueva etapa en los gobiernos de América Latina en general se trataría más de un reacomodo y final estabilización del neoliberalismo[8]. Para esto el viejo ropaje del desarrollo es puesto en marcha, pero bajo una nueva cara, un nuevo desarrollo.  Tomando en cuenta lo planteado por esta autora es posible pensar si las políticas del buen vivir del gobierno no  forman parte de este proceso de estabilización del capital transnacional en la región, tomando en cuenta las políticas extractivistas sobre petróleo y minería, todo esto a nombre del buen vivir. Las nuevas configuraciones del capital transnacional en América Latina hacen dudar acerca de los alcances del buen vivir del gobierno, sobre todo pensando en que a pesar de que la retórica habla de un nuevo paradigma, una alternativa al desarrollo, la practica muestra que se sigue operando bajo los mismos presupuestos del desarrollismo mas tradicional. También valdría interrogarse sobre las relaciones entre la concepción del buen vivir y el estado de bienestar, hasta que punto las políticas estatales a nombre del buen vivir no están marcadas por ciertas concepciones del estado de bienestar? Hasta que punto el buen vivir no es sino otra cara de las múltiples que ha adoptado el desarrollo en su historia (etnodesarrollo, desarrollo sustentable, desarrollo local, etc) sin cuestionarse la estructura del capitalismo y la colonialidad.
Por tal razón es de mucha importancia retomar el debate acerca de el buen vivir y el Sumak Kawsay, ir marcando diferencias y disputando sentidos políticos sobre la practica concreta del accionar de los gobiernos y los movimientos populares, mas aun sabiendo del estado de la crisis actual global, donde se abren las posibilidades de nuevos horizontes emancipatorios. Pero estas nuevas propuestas deben necesariamente anclarse sobre la superación del capitalismo. No decimos de la noche a la mañana, pero si bajo signos radicales y concretos de abandonarlo.

Bibliografía

Cortez, David (2012). “Sumak Kawsay”, “Buen Vivir” y Socialismos en Ecuador. Manuscrito no publicado. Archivo Word.
Lander, Edgardo (2013). “Con el tiempo contado. Crisis civilizatoria, limites del planeta, asaltos a la democracia y pueblos en resistencia”. En: Alternativas al Capitalismo del Siglo XIX, Miriam Lang, Claudia López y Alejandra Santillana (comp.): 27-61. Abya-Yala, Fundación Rosa Luxemburg.
Lao-Montes, Agustin (2012). “Des/colonialidad del poder, crisis de la civilización occidental capitalista y movimientos antisistémicos”. En: Crisis y Movimientos sociales en nuestra América: cuerpos, territorios e imaginarios en disputa, Mar Daza, Raphael Hoetmer y Virginia Vargas (eds): 79-90. Programa Democracia y Transformación Global.
----------------------------(s/f). Crisis de la Civilización Occidental Capitalista y Movimientos Antisistémicos. Manuscrito no publicado. Archivo Word.
Larrea, Ana (2010). “La disputa de sentidos por el buen vivir como proceso contrahegemónico”.   En: Socialismo y Sumak Kawsay. Los nuevos retos de América Latina,  Secretaria Nacional de Planificación  y Desarrollo (comp.): 15-28. SENPLADES.
Macas, Luis (2011). “El Sumak Kawsay”. En: Debates de cooperación y modelos de desarrollo. Perspectivas desde la sociedad civil en el Ecuador. Gabriela Weber (comp.): 47-60. Centro de Investigaciones CIUDAD. Visitado en: www.ciudad.org.ec/publicaciones/download/171/1999/24.
---------------- (2010). “Armonía de la comunidad de la naturaleza”. Exposición Foro Publico “El Buen Vivir de los Pueblos Indígenas  Andinos” organizado por CAOI. Lima Perú. Visitado en 10 de agosto de 2013 en: http://servindi.org/actualidad/opinion/21763.
Ramírez, René (2010). “Socialismo del sumak kawsay o biosocialismo republicano”. En: Socialismo y Sumak Kawsay. Los nuevos retos de América Latina,  Secretaria Nacional de Planificación  y Desarrollo (comp.): 55-76. SENPLADES.
Simbaña, Floresmilo (2011). “El Sumak Kawsay como proyecto político”. La línea de fuego  abril 2011. Visitado en  14 de junio de 2011 en: http://lalineadefuego.info/2011/04/12/el-sumak-kawsay-como-proyecto-politico/.
Stolowicz, Beatriz. (2012). “El "posneoliberalismo" y la reconfiguración del capitalismo en América Latina”. En: América Latina en disputa.  Reconfiguraciones del capitalismo y proyectos alternativos. Jairo Estrada (comp.): 21-39. Universidad de Colombia.



[1] En este apartado solamente haremos un recuento muy breve de la crisis civilizatoria, ya estudiado y analizado por muchos autores (Lander, 2013), (Lao-Montes, 2012), (Harvey, 2008), (Quijano, 2001), (Meszaros, 2010) entre otros. La idea aquí es solamente mostrar un contexto general sobre el cual tienen sentido las propuestas emancipatorias emergentes, para nuestro caso: El Sumak Kawsay.
[2] Lao-Montes(S/F: 6) aclara contundentemente a que se refiere con civilización occidental: “usamos el concepto de civilización occidental capitalista para referirnos a las lógicas dominantes de economía, gobierno, conocimiento, estética, y subjetividad que surgen y se mantienen a partir de la emergencia del patrón de poder moderno/colonial imperante en los procesos de globalización que emergen en el largo siglo XVI. En este registro, la civilización occidental capitalista significa una lógica civilizacional (es decir, un paradigma de vida) regido por la búsqueda desmedida de ganancia, relaciones mercantiles de competencia, formas de gobierno que separa jerárquicamente gobernantes y gobernados, y valorizaciones estético-culturales y epistémicas que afirman la superioridad de los sujetos y culturas Europeas y Euro descendientes sobre el resto de la humanidad”.
[3] Para mayores detalles se puede mirar el trabajo de Lander (2013) al respecto donde aporta numerosos datos en torno a las desigualdades en el contexto de la crisis global actual.
[4] Paradójicamente en la “crítica” al desarrollo se enlaza la noción de buen vivir institucional con el paradigma de desarrollo. Se niega el desarrollo para tener más desarrollo.
[5] A esto hay que sumarle el accionar real del gobierno en los últimos 5 años donde por ningún lado se puede decir que vaya en la dirección de la construcción del estado plurinacional.
[6] Es importante señalar que para la CONAIE el Sumak Kawsay como propuesta siempre va implícito dentro de la propuesta mayor: la plurinacionalidad. La preponderancia de esta última sobre la primera se puede leer en el texto de aporte de esta organización a la asamblea del 2008. (Cortez, 2012).
[7] Aunque en este, el cuestionamiento mas potente no viene desde el Sumak Kawsay sino desde la propuesta de plurinacionalidad trabajada desde hace tres décadas por la CONAIE.
[8] La autora afirma la existencia de tres momentos-etapas del neoliberalismo en América latina: una primera fase de ajuste y estabilización de inicio, una segunda de profundización de las reformas estructurales y una tercera de consolidación de las reformas y restauración de los niveles de inversión.

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