Sumak Kawsay y Buen vivir ¿estamos hablando de lo mismo?
Inti Cartuche Vacacela
En
este ensayo queremos explorar lo que implica el Sumak Kawsay, noción, proyecto
político surgido al calor de la movilización contra el neoliberalismo en el
Ecuador. Proyecto político que ha servido para abrir una discusión sobre los
límites del capitalismo con respecto a la naturaleza y a la modernidad misma
como forma de civilización. La problemática ecológica y la modernidad han sido
debatidos desde diferentes sectores de izquierda, aunque también han sido
relegadas suponiendo que el solo cambio en las relaciones de producción son
suficientes para superar la crisis ambiental. Desde otros sectores se ha
señalado el límite de esta afirmación toda vez que el capitalismo actual ha
alcanzado niveles planetarios, y también niveles de civilización profundos.
Esto significa que el problema ya no es solamente las relaciones económicas,
aunque son fundamentales, sino que involucra también la subjetividad humana, la
relación del hombre moderno con la naturaleza. Aquí es donde se ancla la
propuesta del Sumak Kawsay, no como solución definitiva, sino como camino posible
a ser profundizado.
Por
otro lado, el surgimiento de los gobiernos progresistas en la región han hecho
suya la noción, o la palabra Sumak Kawsay, lo han traducido como Buen vivir,
vivir bien, etc. y han llegado a formar parte de los discursos y los planes de
gobierno. Sin embargo, han marcado diferencias sobre lo que significa para los
movimientos indígenas y lo que ha llegado a ser para los gobiernos progresistas.
Queremos abordar brevemente esas diferencias y/o coincidencias tomando como
caso el Ecuador. Para este fin nos apoyaremos en los documentos oficiales que han
producido los estados y gobiernos. Al mismo tiempo nos apoyaremos en
materiales construidos desde los movimientos indígenas para ir mirando
coincidencias y diferencias.
Finalizaremos
con una breve reflexión sobre los alcances y los límites de estas nuevas
propuestas en relación a la crisis civilizatoria actual.
Lander
(2013) caracteriza la actual crisis mundial como una que tiene diversas
dimensiones. Ya no se trataría solamente de una crisis de tipo económico
financiero, típica de los ciclos del capitalismo. Para este autor las
dimensiones de la crisis actual tienen también que ver con el medio ambiente,
con la cuestión de género y el tema étnico – cultural. A esto, desde Lao-Montes
(s/f) se sumaría una crisis de la modernidad misma, expresada en las crisis de
la democracia y del estado moderno, catalogándola como crisis de la
civilización occidental capitalista[2].
La
dimensión ambiental se refleja en los cada vez más altos índices de
contaminación de las fuentes de agua, del aire, de la erosión del suelo. Esto
sumado al calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero ha
producido una crisis de la naturaleza que ponen en peligro la sobrevivencia de
toda la vida del planeta. Los datos numéricos, tasas y otras fuentes de
evidencia de esta crisis son por demás conocidas. Las consecuencias de la
crisis ambiental no la padecen los minoritarios grupos ricos y acomodados del
planeta, sino las grandes poblaciones pobres del mundo, las poblaciones
indígenas afectadas por el extractivismo capitalista, los pobladores de las
grandes ciudades de A.L., la población campesina sin tierra, etc.(Lander,
2013).
La
crisis ambiental indica los límites físicos del planeta en contraposición al
avance del capitalismo, cada vez más necesitado de recursos no renovables, de
materia primas, de recursos biológicos, etc. Y sobre todo, un sistema económico
que sigue creciendo continuamente, no referimos al crecimiento económico como
la solución planteada por los organismos e instituciones mundiales a
la crisis ambiental. Paradójicamente, el crecimiento económico que en buen
porcentaje ha provocado la crisis ambiental se plantea como la solución a esa
misma crisis.
Por
otro lado, pero enlazado a la crisis ambiental también nos presentamos a una
profundización de las desigualdades sociales, al crecimiento de la pobreza, y
la concentración de la riqueza cada vez en menos manos, donde la crisis
económica de los últimos años agudizó aun mas la brecha de desigualdad social
en el mundo (Lander, 2013). Sin embargo, hay que señalar retomando a Lao-Montes
(2012) que la actual crisis global del capitalismo no solamente es producto de
una crisis económica-financiero sino que también esta es producto de conflictos
políticos de las grandes potencias del mundo.
Estas
desigualdades sociales se expresan en todos los ámbitos de la sociedad[3],
y no solamente en los países “sub-desarrollados”, las últimas crisis en Europa
han llevado también a la quiebra a una parte de la población europea y
estadounidense.
Bajo
este contexto de crisis civilizatoria del patrón de poder moderno colonial
capitalista y patriarcal (Lao-Montes) muy brevemente descrito aquí, la
población que sufre día a día las consecuencias de este patrón se moviliza,
plantea propuestas y construye redes de organizaciones, bajo el
horizonte de la superación del capitalismo actual.
Pero,
¿por qué el momento actual se presenta como un momento potencial de
transformación? Según Lao-Montes (s/f) la crisis es un momento de mucho riesgo,
y sufrimientos, violencia y calamidad para la humanidad, pero al mismo tiempo
son momentos en donde es posible el surgimiento de nuevos modos de vida, de
emergencia de nuevas propuestas emancipadoras. A esto agregaríamos que, no
solamente se trata del aparecimiento de “nuevas propuestas”, sino que también
son momentos propicios para retomar y revisar propuestas emancipadoras ya
construidas en el pasado, tanto dentro de la modernidad como por fuera de ella,
pero que se actualizan en el presente.
El Buen Vivir del gobierno de Ecuador
En
este contexto de crisis global de los últimos años, producto de la fuerte
movilización social contra el neoliberalismo en algunos países se impusieron
gobiernos auto-denominados progresistas. El caso de Ecuador y Bolivia son
ejemplo de este proceso. Analizaremos brevemente la concepción de buen vivir en
el Ecuador a partir de algunos textos producidos por Senplades a propósito del
tema.
El
buen vivir según Larrea (2010: 21) es un cambio radical hacia “una nueva visión
en la que el centro del desarrollo es el ser
humano y el objetivo final es el alcanzar el sumak kawsay”. Se trata entonces de abandonar el viejo
esquema de desarrollo moderno economicista hacia un nuevo paradigma: el buen
vivir. Esta nueva visión implicaría en palabras de esta misma autora: “mejorar
la calidad de vida de la población, desarrollar sus capacidades, y
potencialidades; contar con un sistema económico que promueva la igualdad a
través de la redistribución social y territorial de los beneficios
del desarrollo”[4] (2010:
21. Énfasis mío). Al mismo tiempo señala que la economía social, contraria a la
economía de mercado es la adecuada para superar las desigualdades sociales, por
tanto también sería un pilar más del buen vivir.
A
nivel político, el buen vivir estaría sustentado en la plurinacionalidad del Estado. Esto es “reconocer las autoridades de los pueblos y nacionalidades
elegidas de acuerdo a sus usos y costumbres, dentro del Estado unitario, en
igualdad de condiciones con los demás sectores de la sociedad” (Larrea, 2010:
25). Por tanto se trataría de valorar y reconocer las distintas
formas de gobierno y democracia de los pueblos y nacionalidades del Ecuador. Al
mismo tiempo se invoca a la interculturalidad como el otro en ese proceso hacia
el buen vivir. La interculturalidad se entiende como convivencia entre los
diversos, donde cada pueblo pueda aportar sus epistemologías, sus formas
organizativas, sus formas económicas sociales, etc.
El
otro punto a señalar es la relación entre buen vivir y derechos de la
naturaleza. La naturaleza por primera vez se hace acreedora de derechos. Según Larrea, de esta forma se pasaría así de una concepción de recursos a una
de sujeto de derechos.
Por
otro lado Ramírez (2010: 61) define el buen vivir como:
“…la satisfacción de las necesidades, la
consecución de una calidad de vida y muerte dignas, el amar y ser amado, y el
florecimiento saludable de todos, en paz y armonía con la naturaleza, para la
prolongación de las culturas humanas y de la biodiversidad”(Ramírez, 2010: 61).
Para
los dos autores dentro del concepto de buen vivir es central la concepción de
la naturaleza, por eso aparece ahora como sujeto de derechos. Al mismo tiempo
esto tiene que ver con la concepción biocéntrica que asume el buen vivir, es
decir, el paso de una visión del mundo centrado en el ser humano hacia una
donde la vida es el centro de todo. Por esa razón, para Ramírez (2010) la nueva
constitución del Ecuador no se trata solamente de un nuevo pacto social entre
individuos y colectivos, sino también entre los seres humanos y la naturaleza.
Sumak Kawsay: propuesta de los movimientos
populares e indígenas
Por su
parte los movimientos indígenas también tienen su propuesta de Sumak Kawsay,
basada en la memoria histórica de lucha, de reflexión acerca de la relación de la sociedad con la naturaleza.
Según
algunos intelectuales indígenas el Sumak Kawsay se refiere a “la vida en
plenitud. La vida en excelencia material y espiritual. La magnificencia y lo
sublime se expresa en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una
comunidad” (Macas, 2010: 5). Bajo esta definición el Sumak Kawsay se construye
alrededor de la noción de ayllu, de la comunidad, entendida
esta no solamente como la vida colectiva humana sino además en relación
armónica con la naturaleza y con lo sagrado. El Sumak Kawsay se fundamente entonces no en la noción del individuo moderno liberal, ontologicamente "solo", sino en la de la comunidad donde el individuo puede llegar a transformarse en ser social como indicaba Marx. El Sumak Kawsay se funda en otro sujeto político, que no en el individuo aislado que entra en contacto con otros solo por medio del intercambio mercantil capitalista, sino en la construcción continua de lo común.
Pero
al mismo tiempo, la noción de Sumak Kawsay lejos de convertirse en un discurso
de tinte místico, es un profundo cuestionamiento a la idea misma de desarrollo,
como ya señalamos arriba. Para las organizaciones indígenas y sus voceros el
Sumak Kawsay no puede ser entendido por fuera de la plurinacionalidad, y la
transformación del estado y del capitalismo. En este sentido Luis Macas afirma
rotundamente que:
“No es posible la
convivencia del Sumak Kawsay y el sistema actual, no puede ser un sistema de
este Estado, hay que pensar fundamentalmente en el cambio de estructuras de
este Estado y construir uno nuevo, pero hecho con nuestras manos, con las manos
de todos y todas” (Macas, 2010).
Sentenciando
así la imposible compatibilidad entre el capitalismo, el estado uninacional
colonial y el Suma Kawsay. En este punto se puede mirar ya una diferencia entre
el discurso desde los movimientos indígenas y el llamado buen vivir del
gobierno, ya que la propuesta de buen vivir no necesariamente está anclada bajo
el horizonte de la construcción de un estado plurinacional en los términos
propuestos por los movimientos populares durante los últimos 20 años[5].
En el
mismo sentido, para Floresmilo Simbaña el Sumak Kawsay desde los pueblos no es
una retórica neo-mística, moral. Es ante todo un proyecto político-histórico
retomado y formulado de esa forma en la lucha contra el
neoliberalismo de la década anterior, a partir de la memoria histórica de los
pueblos indígenas. En este sentido afirma que:
“Durante los años de ajuste
estructural, la resistencia anti neoliberal se concentra en la lucha contra los
tratados de libre comercio. La movilización cuestiona el discurso neoliberal
que se presenta como una respuesta definitiva a la crisis permanente de
Latinoamérica mediante la entrada incondicional al mercado mundial y la globalización
[…]Este discurso es el que el movimiento indígena y campesino tuvo que
denunciar y combatir y alrededor del cual desplegó sus propuestas alternativas;
elementos para un modelo de economía opuesto a la ofrecida por el
neoliberalismo […]En esta necesidad de nuevas respuestas es que el concepto que
subyacía en la memoria y en el espíritu de los pueblos indígenas se transforma
en proyecto político: hablamos del Sumak Kawsay” (Simbaña, 2011: 3).
El Sumak Kawsay, proyecto político, desde los
pueblos indígenas hace hincapié así tanto desde la practica como en su discurso
la imposibilidad de engranarlo al capitalismo.
El otro punto donde se puede observar
diferencias es en el referido a la supuesta superación del desarrollo
“occidental”. El Sumak Kawsay concebido desde los movimientos indígenas no se
relaciona con el desarrollo, ni con el crecimiento económico, mucho menos con
el extractivismo. No se trata de “redistribuir los beneficios del desarrollo”,
lo cual implicaría que no es necesario la transformación de las estructuras de
dominación y explotación, lo cual a su vez significaría una contradicción con
los principios del sumak kawsay.
Simbaña (2011:3) señala un punto importante
dentro de la concepción del Sumak Kawsay:
“El Sumak Kawsay, como
sistema, del brazo de los derechos de la naturaleza exige una reorganización y
nuevos enfoques en el modelo político-económico, lo que transforma a su vez no
sólo a la sociedad, sino, y sobre todo, al Estado. No se puede pensar en sostener,
o lo que es peor expandir, la explotación petrolera, minera y de otros bienes
naturales bajo la promesa de una redistribución y una mayor participación
estatal y no darse cuenta de que con ello se sigue debilitando la economía
social de los pueblos”.
Aquí señala claramente una ruptura. Si bien
el discurso planteado por funcionarios y académicos ligados a
Senplades parece ir en el sentido de una “alternativa” al desarrollo, en la
teoría parece ser que no pueden escapar ligar la concepción de desarrollo con
la del Buen vivir. Este último termina siendo, incluso en la teoría una nueva
forma de darle vida al desarrollo, el Buen vivir planteado desde el gobierno
parece limitarse a la “redistribución de los beneficios del desarrollo”
(Larrea, 2010). Para Luis Macas (2011: 52) la diferencia
se muestra de esta forma:
“[…] apreciamos que no es
exacto el significado del Sumak Kawsay. Es decir, no corresponden al Buen
Vivir, ya que Buen Vivir en la lengua original kichwa significa Alli Kawsay,
que hace relación a lo bueno, a lo deseable, a la conformidad. Por lo tanto,
Alli Kawsay no guarda el mismo significado que el Sumak Kawsay. En el
pensamiento kichwa, los dos conceptos tienen significados distintos, se trata
de dos valores y sentidos diferentes. Mientras el Sumak Kawsay es una
institución, una vivencia que se desarrolla en las entrañas del sistema de vida
comunitario y es aplicable solo en este sistema, el concepto del Buen Vivir se
procesa desde la visión occidental, que tiene correspondencia con el pensamiento, el sistema vigente y se inscribe en este modelo, que significa
maquillar o mejorar este sistema. Por lo que, consideramos que el Sumak Kawsay
y el Buen Vivir son dos concepciones totalmente contrapuestas”.
Nuevamente
el acento que pone Macas está en que el Sumak Kawsay como se entiende desde los
pueblos indígena y sus organizaciones tiene estrecha relación, no solamente con
una concepción holística en relación a la naturaleza, a la comunidad, sino que
sobre todo con una idea de transformación de la sociedad actual, del estado y
del modelo capitalista de producción. Por la tal razón y como bien señala
Simbaña el Sumak Kawsay no se puede entender sin la plurinacionalidad, y sin un
horizonte que apunte al cambio del modelo de producción actual. En el mismo
sentido, pero desde las vertientes de izquierda marxista se ha criticado
también el discurso del buen vivir del gobierno en el sentido que se trataría
de una retorica moralista y ética anclada solamente a la consecución de
derechos ciudadanos pero sobre las mismas bases estructurales del capitalismo,
por tanto el buen vivir de la constitución y del gobierno se trataría solamente
de un discurso socialdemócrata sin ningún horizonte de superación
del capitalismo (Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, en
Cortez, 2012).
Yendo ya a la práctica, la distancia entre la
concepción del Buen vivir del gobierno y el Sumak Kawsay de los movimientos
indígenas y populares se hace mas visible cuando miramos las políticas
extractivistas sobre el petróleo, la minería, muy contrarias a las
declaraciones de los derechos de la naturaleza escritos en la constitución, la
criminalización de lideres sociales críticos al gobierno. Al mismo tiempo la no
concreción de la plurinacionalidad en política efectivas que permitan la
“reconstrucción y autodeterminación” (Luis Macas) de los pueblos indígenas como
se entendería la plurinacionalidad desde los movimientos indígenas, pilar
fundamental de la consecución del Sumak Kawsay[6].
Cierre
En
estas líneas hemos querido mirar las diferencias que se van
construyendo tanto en la teoría como en la práctica sobre los conceptos de buen
vivir slogan del gobierno ecuatoriano y el Sumak Kawsay de los movimientos
indígenas y populares del país.
A
pesar de que la emergencia del concepto buen vivir unido al de Sumak Kawsay han
significado un cuestionamiento a algunas formas modernas del capitalismo
occidental, sean estas en relación al estado-nación[7],
el desarrollo, la colonialidad, la concepción moderna de la relación entre ser
humano y naturaleza, entre otras, en la actualidad van marcando distancias
profundas entre el buen vivir y el Sumak Kawsay.
Mientras
el buen vivir pone su acento en la consecución de derechos ciudadanos, el Sumak
Kawsay está unido estrechamente a la plurinacionalidad, y desde ahí apunta
sobre todo a una transformación de la estructuras capitalistas de la economía,
el estado-nación, la autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, hay que
señalar que tanto el buen vivir como el Sumak Kawsay tienen algunas
coincidencia, a nivel de discurso, los dos ponen su acento en la relación
armónica con la naturaleza, en la superación de la colonialidad. Pero las
mayores diferencias se producen en torno a la plurinacionalidad. El buen vivir,
más allá de la retorica de reconocimiento de los pueblos indígenas, no apunta
en la práctica a una transformación real del estado-nación. De igual forma, la
retorica de la relación armónica con la naturaleza, el respeto de los derechos
de los pueblos indígenas no se cumplen en la realidad.
Por
otro lado, la importancia de mirar los discursos de un lado y otro radica en la
importancia del discurso como generador de prácticas y políticas sociales, en
la conformación de determinados sujetos y visiones del mundo. Se trataría
entonces de una disputa de los sentidos del buen vivir – Sumak Kawsay sobre lo
que es el mundo, el conocimiento y el ser, es decir se trata de una lucha
política por definir el rumbo del proceso de transformación. No sin razón las
continuas confrontaciones entre el movimiento indígena y el gobierno de Correa.
No se trataría, como indica Simbaña, por una pugna de cuotas políticas o resentimientos,
sino por el contrario la disputa es sobre el terreno de los horizontes de
transformación del sistema actual.
En
este punto son útiles los planteamientos de Stolowicz acerca del pos
neoliberalismo. Para esta autora esta nueva etapa en los gobiernos de América
Latina en general se trataría más de un reacomodo y final estabilización del
neoliberalismo[8].
Para esto el viejo ropaje del desarrollo es puesto en marcha, pero bajo una
nueva cara, un nuevo desarrollo. Tomando en cuenta lo planteado por
esta autora es posible pensar si las políticas del buen vivir del gobierno
no forman parte de este proceso de estabilización del capital
transnacional en la región, tomando en cuenta las políticas extractivistas
sobre petróleo y minería, todo esto a nombre del buen vivir. Las nuevas
configuraciones del capital transnacional en América Latina hacen dudar acerca
de los alcances del buen vivir del gobierno, sobre todo pensando en que a pesar
de que la retórica habla de un nuevo paradigma, una alternativa al desarrollo,
la practica muestra que se sigue operando bajo los mismos presupuestos del
desarrollismo mas tradicional. También valdría interrogarse sobre las
relaciones entre la concepción del buen vivir y el estado de bienestar, hasta
que punto las políticas estatales a nombre del buen vivir no están marcadas por
ciertas concepciones del estado de bienestar? Hasta que punto el buen vivir no
es sino otra cara de las múltiples que ha adoptado el desarrollo en su historia
(etnodesarrollo, desarrollo sustentable, desarrollo local, etc) sin
cuestionarse la estructura del capitalismo y la colonialidad.
Por
tal razón es de mucha importancia retomar el debate acerca de el buen vivir y
el Sumak Kawsay, ir marcando diferencias y disputando sentidos políticos sobre
la practica concreta del accionar de los gobiernos y los movimientos populares,
mas aun sabiendo del estado de la crisis actual global, donde se abren las
posibilidades de nuevos horizontes emancipatorios. Pero estas nuevas propuestas
deben necesariamente anclarse sobre la superación del capitalismo. No decimos
de la noche a la mañana, pero si bajo signos radicales y concretos de
abandonarlo.
Bibliografía
Cortez,
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no publicado. Archivo Word.
Lander,
Edgardo (2013). “Con el tiempo contado. Crisis civilizatoria, limites del
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Santillana (comp.): 27-61. Abya-Yala, Fundación Rosa Luxemburg.
Lao-Montes, Agustin (2012). “Des/colonialidad del poder, crisis de la
civilización occidental capitalista y movimientos antisistémicos”. En: Crisis
y Movimientos sociales en nuestra América: cuerpos, territorios e imaginarios
en disputa, Mar Daza, Raphael Hoetmer y Virginia Vargas (eds): 79-90.
Programa Democracia y Transformación Global.
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y Movimientos Antisistémicos. Manuscrito no publicado. Archivo Word.
Larrea,
Ana (2010). “La disputa de sentidos por el buen vivir como proceso
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Luis (2011). “El Sumak Kawsay”. En: Debates de cooperación y modelos de
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Weber (comp.): 47-60. Centro de Investigaciones CIUDAD. Visitado en: www.ciudad.org.ec/publicaciones/download/171/1999/24.
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(2010). “Armonía de la comunidad de la naturaleza”. Exposición Foro Publico “El
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Ramírez,
René (2010). “Socialismo del sumak kawsay o
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retos de América Latina, Secretaria Nacional de
Planificación y Desarrollo (comp.): 55-76. SENPLADES.
Simbaña,
Floresmilo (2011). “El Sumak Kawsay como proyecto político”. La línea
de fuego abril 2011. Visitado en 14 de junio de 2011
en:
http://lalineadefuego.info/2011/04/12/el-sumak-kawsay-como-proyecto-politico/.
Stolowicz,
Beatriz. (2012). “El "posneoliberalismo" y la reconfiguración del
capitalismo en América Latina”. En: América Latina en disputa.
Reconfiguraciones del capitalismo y proyectos alternativos. Jairo Estrada
(comp.): 21-39. Universidad de Colombia.
[1] En este apartado solamente haremos un
recuento muy breve de la crisis civilizatoria, ya estudiado y analizado por
muchos autores (Lander, 2013), (Lao-Montes, 2012), (Harvey, 2008), (Quijano,
2001), (Meszaros, 2010) entre otros. La idea aquí es solamente mostrar un
contexto general sobre el cual tienen sentido las propuestas emancipatorias
emergentes, para nuestro caso: El Sumak Kawsay.
[2] Lao-Montes(S/F: 6) aclara
contundentemente a que se refiere con civilización occidental: “usamos el
concepto de civilización occidental capitalista para referirnos a las lógicas
dominantes de economía, gobierno, conocimiento, estética, y subjetividad que
surgen y se mantienen a partir de la emergencia del patrón de poder moderno/colonial
imperante en los procesos de globalización que emergen en el largo siglo XVI.
En este registro, la civilización occidental capitalista significa una lógica
civilizacional (es decir, un paradigma de vida) regido por la búsqueda
desmedida de ganancia, relaciones mercantiles de competencia, formas de
gobierno que separa jerárquicamente gobernantes y gobernados, y valorizaciones
estético-culturales y epistémicas que afirman la superioridad de los sujetos y
culturas Europeas y Euro descendientes sobre el resto de la humanidad”.
[3] Para mayores detalles se
puede mirar el trabajo de Lander (2013) al respecto donde aporta numerosos
datos en torno a las desigualdades en el contexto de la crisis global actual.
[4] Paradójicamente en la
“crítica” al desarrollo se enlaza la noción de buen vivir institucional con el
paradigma de desarrollo. Se niega el desarrollo para tener más desarrollo.
[5] A esto hay que sumarle el
accionar real del gobierno en los últimos 5 años donde por ningún lado se puede
decir que vaya en la dirección de la construcción del estado plurinacional.
[6] Es importante señalar que
para la CONAIE el Sumak Kawsay como propuesta siempre va implícito dentro de la
propuesta mayor: la plurinacionalidad. La preponderancia de esta última sobre la
primera se puede leer en el texto de aporte de esta organización a la asamblea
del 2008. (Cortez, 2012).
[7] Aunque en este, el
cuestionamiento mas potente no viene desde el Sumak Kawsay sino desde la
propuesta de plurinacionalidad trabajada desde hace tres décadas por la CONAIE.
[8] La autora afirma la
existencia de tres momentos-etapas del neoliberalismo en América latina: una
primera fase de ajuste y estabilización de inicio, una segunda de
profundización de las reformas estructurales y una tercera de consolidación de
las reformas y restauración de los niveles de inversión.
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