"Sex on the llacta" es el Estado
Inti Cartuche Vacacela
[…] no considero a los indígenas como hombres sino como niños que no
tienen bastante discernimiento para consentir ni menos para obligarse. Siervos
de la ignorancia y de la necesidad, la ignorancia les hará querer lo que no
quieren y la necesidad obligarse a aquello […] Todos los días estamos viendo
que a un infeliz indio, un muchacho lo conduce a donde quiere y no presenta más
resistencia que la de un cordero. Es libre de naturaleza, es esclavo de condición,
hombre y niño. Por otro lado veo que protegiéndoles demasiado se fomenta la
inmoralidad.
(Honorable F. Actas de la Cámara
de Representantes del Ecuador, 1895)[1]
Hace
unos días se anunció la presentación de una obra de teatro denominada “Sex on the
llacta” a llevarse a cabo en una prestigiosa institución cultural del Ecuador.
En días posteriores se suspendió aduciendo “seguridad” y “para no herir
susceptibilidades”[2].
Los personajes centrales que aparecen en el spot publicitario colgado en el internet
representan a una pareja de “indígenas”. El varón vestido con un poncho rojo y
una gorra, habla un mal castellano y casi siempre tiene una actitud sexual
exacerbada. La mujer, a su vez, habla un castellano con acento serrano, quiere
casarse de blanco y con anillo, “quiere superarse” teniendo un novio.
Más
allá de si es o no una obra teatral cómica, lo central es la representación que
en ella, y en otros programas televisivos protagonizados por esos mismos
personajes, hacen de los pueblos e individuos indígenas. El indígena
representado por estos personajes es libidinoso, ocioso, débil, malicioso, con
ganas de blanquearse, a veces tonto, a veces dotado de una sagacidad para
escalar socialmente y para aprovecharse de otras personas. La mujer indígena, a
su vez, se representa como necesitada de marido para superarse y dejar de lado
su identidad.
Hace
más de un siglo un Honorable de la Cámara Nacional de Representantes del
Ecuador, argumentaba en contra de una ley sobre la contribución personal de indígenas
dictada un año antes. Más allá de la ley, lo importante es la imagen que tiene
de los indígenas en aquella época. Él es representado como un niño, incapaz,
inmaduro, sin voluntad, sin capacidad de discernimiento, propenso a la
inmoralidad, un animal manso, pero también desgraciado, inculto, materialista. Dichos
epítetos muestran la dimensión discursiva de la dominación étnica cotidiana y
colonial que pesaba sobre los indígenas de aquella época (Guerrero, 2010).
Esquemas mentales de representación coloniales y machistas de los indígenas que,
más de un siglo después, parecen persistir en algunos ámbitos de la vida
artística, política y social del Ecuador.
Las
formas y esquemas de representación, las afirmaciones que un colectivo social hace
sobre otros grupos sociales e individuos no son hechos
aislados. No representan la consciencia o intención individuales, sino que las
preceden y son producto de las formas en las que está constituida una sociedad
particular y dentro de las cuales los individuos nacen (Hall, 2013). Los
esquemas de representación tienden a naturalizar los fenómenos sociales, las
relaciones sociales que se establecen entre grupos sociales distintos. Entonces
que los indígenas sean libidinosos, propensos a la inmoralidad, ociosos,
violentos, incivilizados, etc., es de sentido común, es “normal”, para ciertos
grupos sociales que dominan material o simbólicamente a los pueblos indígenas.
Pero no lo son si pensamos en las estructuras de dominación que subyacen a
dichos discursos.
"Sex
on the llacta" no es entonces el desvarío de un dramaturgo aislado sino el
reflejo de una sociedad construida sobre el racismo, la dominación y la
explotación de los pueblos indígenas de este país. De una sociedad, en la que desde
hace más de un siglo se han producido y
reproducido ideologías racistas sobre los pueblos dominados, tanto en la vida
cotidiana, como en los medios de comunicación e incluso en la misma
institucionalidad estatal. Pero el problema no es solamente la representación
sesgada de los indígenas por medio de la descripción de una “realidad”. Es
también la producción de una conciencia social racista imperceptible sobre la
cual se sustentan prácticas sociales concretas de discriminación y explotación.
Como el indígena es “salvaje”, “incivilizado” hay que “modernizarlo”, sacarlo
del “atraso” por las buenas o por las malas, o sea por medio de una educación
productora de dominación o de la aplicación de la coerción del Estado.
Cierto
es que el racismo directo y abierto de años atrás se ha ido superando poco a
poco en las sociedades. Pero queda aún otros racismos, unos de baja intensidad,
soterrados, ocultos en las entrañas mismas de las sociedades. Racismos que no se
dicen, pero que se hacen y piensan, de forma imperceptible. Racismos que se ocultan en los discursos cotidianos y oficiales. Y en esto los medios de comunicación
son fundamentales ya que por medio de ellos se producen representaciones,
imágenes, descripciones, explicaciones y marcos para mirar el mundo social,
para actuar sobre él. Ideologías racistas que a través de los medios se
enraízan en las sociedades creando hábitos, prácticas y pensamientos ocultos
que llegan a formar parte del sentido común de la gente.
Pero
la sociedad también es mucho lo que es el Estado. Entender las
sociedades latinoamericanas implica mirar como se han construido los estados
nacionales en la historia en relación a los pueblos indígenas. Como indica el
sociólogo peruano Aníbal Quijano, la estructuración del poder en las sociedades
latinoamericanas se sostuvo en la clasificación social en términos de raza a
partir de la conquista de América. Clasificación que colocó a la población
europea en la cúspide de la escala social, y a su vez, a los indígenas y
negros, por su diferencia racial, en los escalones más bajos de la misma. La
racialización de los pueblos indígenas y afro-descendientes constituyó a su vez
un proceso sobre el cual se construyeron los estados-nación en América, con
diferencias regionales, pero compartiendo un hecho central: el desconocimiento
de la existencia de pueblos y naciones indígenas (kichwas, aymaras, guaraníes,
mapuches, mayas, shuar, etc.) en los territorios colonizados y de su condición de sujetos en tanto seres humanos. Los estados
–nación se construyeron sobre la dominación, explotación, discriminación racial
de los pueblos indígenas y afro descendientes de América.
Aunque
hasta la actualidad las sociedades latinoamericanas se hayan transformado en
múltiples aspectos, las estructuras estatales siguen aún respondiendo en gran
medida a ese patrón de poder colonial. Patrón dónde los indígenas
y otros pueblos dominados no tienen cabida como pueblos organizados, mucho
menos como sujetos sociales auto-determinados. Estructuras políticas y
discursivas que producen y reproducen aún patrones de dominación racial, mismos
que se vuelven prácticas concretas en la sociedad. Los estados-nación han
construido representaciones descripciones e imágenes de los pueblos indígenas
con la finalidad de facilitar la dominación y el despojo de sus territorios.
Los indígenas bajo el régimen colonial fueron pensados como pueblos sin
historia e incivilizados, por lo que debían ser o eliminados o asimilados a la historia
universal moderna europea. Los indígenas fueron considerados población ignorante
y sin cultura por lo que el Estado tenía la obligación de desarrollarlos bajo
los conceptos modernos de orden y progreso. En el extremo los pueblos indígenas, dada su condición de salvajes incivilizados, fueron directamente eliminados
como en Norteamérica o en el cono sur.
“Sex
on the llacta” también es de alguna manera el reflejo de la forma como el Estado
colonial y los gobiernos de turno han tratado históricamente a los pueblos
indígenas organizados. Es necesario recordar que “los estados afirman, definen,
determinan y estructuran, en modo sustancial, las formas aceptadas y aceptables
de la actividad social” (Linsalata, 2014: 21). Esto quiere decir que pueden
conformar lo que ocurre en la sociedad no solamente desde la coerción directa,
sino a través de la inculcación de modelos de acción y pensamiento desde los
cuales se entienden la sociedad.
El
presidente de la república muchas veces ha reproducido esos patrones coloniales
y racistas al referirse a las organizaciones indígenas que se han opuesto a la
política estatal. "Emplumados, emponchados, ponchos dorados, infantiles,
violentos, fracasados" entre otros epítetos
discriminatorios han sido lanzados algunas veces por el presidente cuando las
organizaciones indígenas ha decidido movilizarse para reclamar sus derechos y
territorios. El presidente y, por medio de él el Estado, sigue pensando a través de
los esquemas mentales de siglos pasados, aunque se hayan superado algunos e incorporado nuevos, como la del “indio
aceptado”. La “inclusión” de los pueblos indígenas como sujetos políticos
depende del grado de sumisión que tengan hacía el Estado y gobierno. El
indígena es útil entonces sólo cuando muestra su lado pintoresco, folclórico,
su “identidad”, mientras más exótica mejor. Pero no cuando se levanta, reclama,
contradice, propone, es decir cuando muestra su lado político, su condición de
sujeto social con capacidad y derecho a auto-determinar su historia como
pueblo. Pareciera que aún hoy los indígenas son buenos solo para ser los bufones
del poder (como muchas veces se ha podido ver en las sabatinas en la relación
que se entabla entre el presidente y su traductor indígena kichwa). El indígena
es aceptado solo para que le ponga el poncho y la blusa multicolor al poder, es
aceptado solo si es sumiso al Estado, al gobierno, al poder. El indígena es
aceptado, si, pero a condición de que se doblegue, a condición de que abandone
su carácter de sujeto político.
Y no se trata solamente de un desliz o de
la “forma de ser” del presidente ecuatoriano, sino que se trata también de un
discurso que busca inculcar a la población una cierta representación o imagen
de lo indígena. De ahí que estos discursos proferidos por el presidente y desde
el Estado hayan sido lanzados en medio de las movilizaciones indígenas buscando
siempre deslegitimarlos frente a la población, y tener un efecto político
específico. Se puede decir que dichos epítetos tiene una dimensión pedagógica
hacia la sociedad: le enseñan quién es quién en la estructura de la sociedad,
quiénes mandan y quiénes obedecen, quiénes son sujetos y quiénes objetos.
El efecto de las palabras del presidente no
se reducen a las coyunturas de disputa política, sino que se expanden a la
sociedad, se vuelven marcos de referencia para el resto de la gente. Al ser el
Estado y el presidente representantes del poder político frente a la sociedad, sus palabras, acciones y prácticas tienen el peso de las estructuras del poder
donde se originan. Tienen el peso de siglos de dominación racial o étnica que
siguen fluyendo subterráneamente por la sociedad y el Estado y se materializan
en las palabras del presidente y en las prácticas estatales que se enlazan a
esos discursos. Tienen el poder de
fortalecer o debilitar los esquemas racistas de representación de la sociedad.
No es casual que junto a esos discursos
racistas del gobierno, el Estado haya actuado en contra de las organizaciones
indígenas contrarias al régimen. La criminalización de la protesta indígena, la
eliminación de las autonomías indígenas estatales, y sobre todo la negativa
rotunda a entablar debate político serio con las propuestas indígenas son una
continuidad de los discursos racistas selectivos del presidente. A nivel social
esto tiene su correlato en la foclorización de propuestas políticas construidas
por el movimiento indígena como la plurinacionalidad que ha devenido en
interculturalidad acrítica, o en simple adorno de la constitución; en la
despolitización del Sumak Kawsay para convertirse en simple cliché político; o
en la exacerbación de los insultos racistas en la redes sociales hacia los
dirigentes del movimiento indígena.
Es necesario entonces cuestionar, no solamente los
reflejos visibles de esta sociedad-Estado, como son los diversos programas
radiales, televisivos que reproducen los esquemas racistas de representación
para "hacer reír" a la gente. De igual forma, las prácticas
cotidianas donde dichos esquemas emergen a la superficie y se hacen visibles de
muchas formas y que se sostienen también por los discursos estatales. Como dijo
un pensador famoso, hay que ir a las raíces, al subsuelo donde nacen y germinan
esas formas discriminatorias de tratar a los pueblos indígenas.
El Estado es también responsable de lo que sucede en la
sociedad, ésta es un reflejo de lo que el Estado "piensa" acerca de
los pueblos indígenas. Por eso, "Sex on the llacta" es parte de una
continuidad social y virulenta de "emplumados, emponchados, infantiles,
salvajes". Es la continuidad de lo que el Estado está haciendo con el
pueblo Shuar en la Amazonía al despojarles de sus territorios para la minería,
bajo el argumento de que no son de propiedad ancestral, recordando nuevamente
la imagen de las tierras baldías como se pensaba hace cuarenta años. “Sex on
the llacta” es la imagen de una sociedad y un Estado que no han logrado romper
totalmente con las representaciones de finales del siglo XIX. Pero su
suspensión también muestra la constante lucha de los pueblos por superar la
dominación. Que se haya suspendido dicha obra es un paso adelante en la lucha
de los pueblos indígenas por dejar de ser representados como hace más de un
siglo.
Referencias
Guerrero, Andrés (2010). “Una imagen ventrílocua: el
discurso liberal de la ‘desgraciada raza indígena’ a fines del siglo XIX”. En Administración de poblaciones, ventriloquía
y transescritura, 99 – 160 pp. Quito – Lima: FLACSO – IEP Instituto de
Estudios Peruanos.
Hall, Stuart (2013). “Los blancos de sus ojos: ideologías
racistas y medios de comunicación”. En Eduardo Restrepo, Catherine Walsh y
Victor Vich (comps.). Stuart Hall. Sin
garantías. Trayectorias y problemáticas en estudios culturales, 304 – 310 pp.
Quito: UASB – Pontificia Universidad Javeriana – Instituto de Estudios Sociales
y Culturales Pensar – Instituto de Estudios Peruanos – Corporación Editora
Nacional.
Linsalata, Lucía (2014). Valor de uso, poder y transformación social. Entender la descomposición
vislumbrar las posibilidades No 3. En línea: https://horizontescomunitarios.files.wordpress.com/2014/02/vupts.pdf
[1] Archivo citado por Andrés
Guerrero (2010). Administración de poblaciones, ventriloquía y
transescritura.Quito – Lima: FLACSO – IEP.
[2] http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/7/la-obra-sex-on-the-llacta-se-suspendio-por-seguridad.
Artículo original publicado para Semana56 en:
http://www.semana56.com/sex-llacta-estado/
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